Cerrando el Año.

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Cerrando el Año.

Diciembre es un mes especial, es la época del año donde se viven dos fiestas importantes, Navidad, con toda su liturgia y preparativos y el Año Nuevo, esto nos indica que hemos vivido a lo largo de un año y debemos celebrarlo.

Diciembre es un tiempo en el cual todos estamos alterados, hay muchos preparativos de fiestas, pero también es un periodo del año en el cual llegamos cansados, el estudio, el trabajo, la presión cotidiana por terminar un ciclo nos puede estresar, y nuestra vida espiritual puede verse afectada.

Por este motivo te damos 5 consejos para poder vivir este mes con calma y poder disfrutar de las fiestas.

  1. Orar todos los días: Al levantarte dedica 15 minutos a la oración, coloca en ella todos los acontecimientos del mes, los improvistos, las personas con las cuales te encontrarás, tu familia y amigos, tus proyectos, y pídele al Señor el don del respeto, (para no ofender a nadie) el don de la paciencia, (para mantener la calma en las dificultades) y la gratitud (para valorar todo lo que tienes).
  2. Cuida tu salud: asegúrate de comer bien y no saltearte las comidas. Sal a caminar, aunque sea 15 o 20 minutos por día (para despejarte y hacer un poco de ejercicio).
  3. Trata de hacer una síntesis de tu año: puedes buscar cuales fueron los mejores momentos y los menos placenteros, y ver allí la mano de Dios. Recuerda hacer una última reunión con tu acompañante espiritual (sacerdote, laico de fe o religioso).
  4. Frecuenta los Sacramentos: la Eucaristía es el alimento que nutre nuestro ser, recuerda buscar un tiempo durante el Adviento, para ir a confesarte y llegar preparado para la Noche Buena.
  5. Recuerda decirles a las personas que tienes a tu lado cuánto las amas.

 

¿Las pasiones son buenas o malas?

 

Dale-mucho-cariño-a-tu-corazón¿Las pasiones son buenas o malas?

Las Pasiones son sentimientos con ímpetu, capaz de dominar la voluntad y perturbar la razón, como el amor, el odio, los celos o la ira. Como afirma el Catecismo de la Iglesia Católica en el n° 1764, son “componentes naturales del psiquismo humano” y “aseguran el vínculo entre la vida sensible y la vida del espíritu.”

Lejos de rechazar las pasiones y ‘reprimirlas’, hay que mirarlas de frente y asumirlas en la vida personal. Hay que vivirlas con normalidad ya que pueden ser fuentes de mucha riqueza porque nos ayudan en el camino hacia la bienaventuranza.

Las pasiones o sentimientos expresan el modo espontáneo en que la persona reacciona frente a los diversos acontecimientos que le toca vivir, frente a las diversas personas con que se ve confrontada; son impulsos de su sensibilidad, que lo predispone ya sea a actuar o dejar de actuar según cómo perciba tal o cual acontecimiento.

Las pasiones son completamente normales, sin ellas seriamos como un vegetal. Pero para poder mantenerlas equilibradas, tenemos que conocernos mejor, y saber dónde tenemos que ajustar, para que ellas no nos dominen o se descontrolen.

Las pasiones son numerosas. La más fundamental es el amor que despierta la atracción del bien. El amor causa el deseo del bien ausente y la esperanza de obtenerlo.

 Las pasiones en sí mismas no son ni buenas ni malas, el ser humano, por estar dotado de inteligencia y voluntad libre, no puede constituirse en esclavo de sus pasiones, sino que está llamado a ser ‘señor’ de las mismas. Es aquí donde entra a jugar la libertad humana, las pasiones sólo reciben calificación moral en la medida en que dependen de la razón y de la voluntad del hombre, el Catecismo de la Iglesia Católica, en el Nº 1767-1768 dice, en síntesis: “Los sentimientos más profundos no deciden ni la moralidad, ni la santidad de las personas. Las pasiones son moralmente buenas cuando contribuyen a una acción buena, y malas en el caso contrario. Las emociones y los sentimientos pueden ser asumidos en las virtudes, o pervertidos en los vicios.

 

 

Trabajando la Afectividad en el acompañamiento vocacional

Afectividad

Trabajando la Afectividad en el acompañamiento vocacional

En un proceso de acompañamiento vocacional, no solo discernimos a qué estado de vida o a qué misión nos llama al Señor, eso sería muy pobre; cuando hacemos un proceso de discernimiento vocacional se tienen que trabajar todas las dimensiones de la persona, porque no somos solo el llamado; somos personas reales, llamadas por Dios a una misión.  Nuestro mundo interno es fascinante, pero debemos aprender a conocerlo.

 Se designa como afectividad al conjunto de sentimientos y emociones de una persona. Nuestra afectividad incide en nuestro pensamiento, percepción, conducta, y define la forma en la cual nos relacionamos y vivimos. Se refiere a todo lo que comprende la vida emocional del individuo: Estado de ánimo, emociones, sentimientos, pasiones y afectos.

Una característica de la afectividad es que es subjetiva: esto quiere decir que es personal e intransferible, ligada al estado de ánimo y consciencia; es difícil de comunicar verbalmente, pero se observan sus manifestaciones a través de gestos, risa, llanto, signos vegetativos, etc.

 La afectividad posee intensidad: Varía en grados; emociones, sentimientos y posiciones. Dos polos: Placer y displacer (agrado, desagrado, placer-dolor, satisfacción-insatisfacción, amor-odio, alegría-tristeza, atracción-repulsión), nuestra afectividad, por estas características, hacen que la percepción de la realidad sea relativa, Ej. Yo estoy muy sensible y el modo en que me habla una persona puedo tomarlo como una agresión.

Las emociones son Primarias o Secundarias: Las Primarias son innatas, ayudan a reaccionar de inmediato frente al estímulo; comprenden la ira, el miedo, la tristeza, y la alegría. Las Secundarias son: ansiedad, angustia, rencor, furia, pena, vergüenza, asco, sorpresa, anticipación, disgusto.

Las emociones cumplen una función – nos ayudan en la adaptación al medio y a la sociedad: La alegría, facilita relacionarse; la ira, produce rechazo o evitación; la comunicación, comunica un estado afectivo e intenciones a otro, así como regula la expresión emocional de los demás. Lo motivacional, es la búsqueda de placer, acercamiento, rechazo, o evitación.

Conocer nuestra afectividad, nos ayudará a no desalentarnos en el proceso de discernimiento y a vivir una oración más realista ya que no me desanimaré a pesar de mis estados de ánimos. Si conozco mis emociones podré tomar más a conciencia a la hora de tomar decisiones importantes en mi vida.  Y tú ya conoces el mundo de tus emociones.

 

La felicidad

World Youth Day JMJ 2011 Madrid

La felicidad

Muchos de nosotros emprendemos una carrera ardua en la vida para alcanzar la meta de la Felicidad. Todos queremos ser felices. Pero para el cristiano ¿qué es la Felicidad?

La Escritura presenta al hombre como un ser en devenir. Esto significa que no se limita a mostrar al hombre como imagen de Dios en Jesucristo, en cuanto ‘es’, sino también en cuanto ‘debe llegar a ser’, esto quiere decir que todos estamos en un proceso de convertirnos en grandes seres humanos y en este proceso se nos presenta la búsqueda de la felicidad.

Para encaminarnos en esta búsqueda primero debemos definir ¿Que es la Felicidad? Cualquier diccionario te dirá que es el estado de ánimo de la persona que se siente plenamente satisfecha, por gozar de lo que desea o por disfrutar de algo bueno. Pero… ¿qué es lo que deseamos? placer, dinero, fama, éxito… Esto no es la felicidad para un seguir a Cristo.

Para un cristiano, Dios es el fin último, nuestra meta es la comunión con Él.  Cuando tenemos en claro esta meta la búsqueda será la comunión con Dios y la felicidad, será el fruto que deriva del Fin último, que es Dios.

Todos buscan ser felices y tú ¿sabes cuál es tu meta en la vida? O sigues buscando en objetos, tu felicidad, anímate a ser feliz, deja que Cristo te muestre el camino.

 

 

Testimonio vocacional

 

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Hola  mi nombre es Gisselle , mi llamado a la vida religiosa comenzó muy fuertemente poco antes de hacer la Confirmación.  Todavía no tenía claro que significaba esa inquietud, pero estaba segura de que Dios me llamaba a algo más.

En mi comunidad servía continuamente, en grupos juveniles, fui catequista, inicié en grupos de oración, en fin, ayudaba en todo lo que podía; gran parte de mi tiempo pasaba dentro de la Iglesia.  Aun así sentía, que nada de me llenaba, siempre estaba en la búsqueda.

Dentro mío seguía ese deseo inquieto de querer servir a Dios, pero entregándole mi vida por completo. A diario rezaba ésta oración: “Señor yo te quiero servir, donde sea y como sea”, y repetía “hágase en mi tu voluntad”.

Hasta que un día conocí a las Hermanas Paulinas por medio de una amiga que me hizo la invitación  a  un retiro vocacional organizado por ellas. Recuerdo que llegado durante el rezo del Rosario vocacional a María Reina, sentí que ella fue la gran intercesora de mi vocación.

Un tiempo después, la Hna. Virginia (Paulina)  se comunicó conmigo y me propuso hacer la experiencia vocacional;, aunque no entendía muy bien que significaba “vocacional” , ni que la experiencia era para la vida religiosa, sabía dentro de mí era que tenía que decir “sí”, mi corazón ardía  de felicidad porque era una oportunidad para dedicarme al servicio.

Mientras esperaba que llegue el día para iniciar la experiencia, venían muchas dudas, y al querer cambiar de decisión, en mi mente sólo resonaba la frase: “déjalo todo y sígueme”, y como los discípulos dejándolo todo lo seguí.

Mi confianza lo resumo siempre en esta frase de San pablo: “Todo lo puedo en Cristo, que me fortalece” Filip. 4; 14

Y así hoy me encuentro siendo postulante de las Hijas de San Pablo, dando gracias a Dios por mi vocación, por llamarme a esta familia religiosa y pidiendo que sea “Hasta que Cristo se forme en mí”.

Gisselle.