El don de la fortaleza en San Pablo

Pablo_y_Timoteo

En esta semana San Pablo nos  enseña a pedir el don de la fortaleza.

El beato Santiago Alberione decía a sus hijos que siempre es importante pedir el don de la fortaleza para todos. San Pablo, decía el beato Alberione poseía una gran fortaleza, “su fortaleza se manifiesta en toda la vida, pero vamos a recordar sólo este episodio: Pablo estaba de viaje hacia Jerusalén; llegado a Mileto, mandó llamar a los ancianos de la Iglesia de Éfeso. Y cuando vinieron, estando reunidos, les dijo: «Sabéis cómo me he portado con vosotros todo este tiempo, desde el día que por primera vez puse el pie en Asia: he servido al Señor con toda humildad entre las penas y pruebas que me han procurado las conjuras de los judíos. Sabéis que en nada que fuera útil me he retraído de predicaros y enseñaros en público y en privado, instando lo mismo a judíos y a griegos al arrepentimiento que lleva a Dios y a dar la adhesión a nuestro Señor Jesús. Y ahora, mirad, atado yo por mi propia decisión voy camino de Jerusalén,

sin saber lo que allí me espera. | Sólo que el Espíritu Santo, de ciudad en ciudad, me declara que me aguardan prisiones y conflictos. Pero la vida para mí no cuenta, al lado de dar remate a mi carrera y al servicio que me confió el Señor Jesús: dar testimonio de la buena noticia del favor de Dios.

San pablo puede atravesar todos estos escollos solo con la fuerza del Espíritu, solo porque le guía un amor más grande, el Amor de Cristo. Cuando nos sabemos amados y guiados por el Espíritu Santo el don de la Fortaleza viene a nuestro auxilio. Nunca te sientas solo en tus pruebas o dificultades ora y encomiéndate a San Pablo.

 

 

Día a Día con San Pablo

San Pablo escritos

  • Consolación

II Cor. 1,3-7

¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de los misericordias y Dios de toda consolación, que nos consuela en toda tribulación nuestra para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios!

Pues, así como abundan en nosotros los sufrimientos de Cristo, igualmente abunda también por Cristo nuestra consolación.

Si somos atribulados, lo somos para consuelo y salvación vuestra; si somos consolados, lo somos para el consuelo vuestro, que os hace soportar con patiencia los mismos sufrimientos que también nosotros soportamos.

Es firme nuestra esperanza respecto de vosotros; pues sabemos que, como sois solidarios con nosotros en los sufrimientos, así lo seréis también en la consolación.